La actriz que admiraba a Julio Verne y quiso ser Greta Garbo

Rosa Díaz Gimeno (Madrid, 1911; Nueva York, 1986) estudió Medicina, música y declamación. Quiso ser escritora, pero terminó siendo actriz. Cambió la Universidad Central, cuando las mujeres escaseaban en sus aulas, por las tablas y una compañía teatral. Admiraba a Julio Verne y a Greta Garbo en la misma proporción . Claro que cuando Rosa Díaz Gimeno -Rosita Díaz en los títulos de crédito-, ocupaba las páginas de las revista, literatura, ciencia y arte compartían sin espantarse las secciones de actualidad.

A Rosita Díaz la fichó la Paramount cuando el sonido llegó al cine y las productoras vieron peligrar mercados como el de habla hispana. Como otras estrellas de la época como Imperio Argentina, Rosita Díaz rodó en París y Hollywood las versiones en español de varios filmes americanos, lo que acabó por convertirla en uno de los mitos de la filmografía patria. Las jóvenes querían vestir como ella y los hombres estaban dispuestos a dejarlo todo por convertirse en su partenaire, incluso en cualquier aldea perdida de la montaña asturiana.

En 1931, recién estrenada la República, un periodista mantenía la siguiente conversación:
– Usted, Rosita, será una mujer moderna…
– Creo que sí. A mí me parece magnífico que se otorgue el voto a la mujer. Y el divorcio me entusiasma. No porque yo piense ponerlo en práctica, sino porque me parece una cosa, más que justa, necesaria para dar situación legal a tantos matrimonios separados, unos moralmente y otros moral y efectivamente.

Para votar tuvo que esperar la madrileña un par de años; para divorciarse –a pesar de la respuesta, ella lo puso en práctica al separarse del actor Francisco Alagón- apenas unos meses . Eran tiempos para hablar de derechos de las mujeres.

Lo de Rosita Díaz fueron las comedias ligeras. Una especie de Jeniffer Aniston de la época. Y eso que a la madrileña le hubiese encantado tener cara de vampiresa e interpretar un papelón a lo Silvia Sidney en City Streets, junto a Gary Cooper. Pero el mayor drama que le tocó vivir fue demasiado real como para haberlo superado sólo poniendo cara de mala.

Fue en el verano de 1936 en Córdoba, cuando rodaban los exteriores de la película ‘El genio alegre’ de la productora Cifesa y fue detenida junto a parte del elenco y el personal técnico de la película que dirigía Fernando Delgado . En su caso, la razón fue una llamada telefónica. La que recibió en el hotel Simón de parte de Juan Negrín Fidelman, el hijo del conocido fisiólogo y futuro presidente de la República. Ante sus compañeros, en especial a oídos del actor falangista Fernando Fernández de Córdoba, Rosa Díaz mantuvo que era una llamada del médico de la familia, preocupado por su salud. En realidad, para entonces Juan Negrín, que acabaría convertido en su marido, ya era su pareja, lo que a convirtió en moneda de cambio para los militares rebeldes, que la mantuvieron retenida en Sevilla. Un papel en el que casi llegó a verse convertida en Marlenne Dietrich pintándose los labios ante el pabellón de fusilamiento.

La actriz Rosa Díaz Gimeno y el neurocirujano Juan Negrín Fidelman se casaron antes de dejar España en 1939 rumbo a Nueva York, donde vivieron vigilados por rojos en la época del macartismo y sobrevivieron hasta ver el nombre de su suegro y padre, Juan Negrín, presidente de la República, restituido por el Consejo de Ministros .

 

Bibliografía

  • Espín, Manuel (2012), Mujeres en el filo de la navaja, Corona Borealis,
  • Argos (9 de enero de 1937), “¿Tú has telefoneado al doctor Negrín? Pues vamos a fusilarte ahora mismo’, La Voz, p. 1.
  • Martínez Gandía, Rafael (22 de noviembre de 1931), “Rosita Díaz, la bella artista de la pantalla que quisiera ser novelista”, Cinematógrafo.
  • El Heraldo de Madrid, 2 de octubre de 1933, “La protagonista de «Susana tiene un secreto» nos dice: «Ya ni en la paz de las aldeas creo», p. 2.
  • La Ley de Divorcio fue publicada en La Gazeta en su versión definitiva el 12 de marzo de 1932
  • BOE núm. 210, de 2 de septiembre de 1995, páginas 26883 a 26883, Real Decreto 1432/1995, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Acuerdo transaccional entre el Estado y don Juan Negrín Jr.

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